Testimonio
Soy María, tengo 31 años y vivo con mis padres en la ciudad de Burgos. He estudiado varios módulos de formación profesional (cocina, confección y moda y diseño de páginas web) y me he formado en otras habilidades como la pintura y el inglés. Actualmente, estoy desempleada, pero trabajo como voluntaria para varias organizaciones. Me diagnosticaron de Trastorno del Espectro del Autismo (TEA), y siempre que puedo participo con mi testimonio en charlas informativas o jornadas científicas sobre este tema.
Diré sin rodeos que los pocos recuerdos felices de mi niñez y mi adolescencia nunca estaban ligados a mi entorno escolar. Claro, ¿a qué joven no le da pereza ir al colegio 5 días a la semana, a aprender cosas que cree que nunca utilizará en el mundo real? Pero muchos tuvieron lo que yo no: recuerdos felices.
En el colegio sufrí bullying que duró desde segundo de primaria hasta sexto curso. Me costaba relacionarme, comportarme y aprender, pero sé que no era tonta, solo aprendía de forma distinta. Lo único que me preocupaba era poder correr desde mi clase hasta la verja del colegio para que algunas personas concretas no me atraparan y pegaran.Mi forma de expresarme y mi ingenuidad me convirtieron en un entretenimiento de mofa para algunos compañeros/as e incluso creo que les hacía gracia cuando expresaba llorando mi confusión y dolor.
En un principio creyeron que tenía TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), pero en el instituto me diagnosticaron mi Trastorno del Espectro Autista (TEA). En aquella época también sufrí acoso. El aislamiento y falsas sonrisas dolían tanto como la agresión física. Esto influyó en mi aprendizaje, e incluso tuve que repetir curso en otro centro educativo.
A lo largo de toda mi etapa escolar, tuve profesores que se preocuparon de mí, y les tengo en gran estima, pero no pudieron parar el bullying. Por ejemplo, recuerdo que tuvimos sesiones que servían de complemento a nuestras clases habituales sobre seguridad vial, cuidado dental… Pero nunca sobre la discapacidad y el maltrato. Si en aquella época, mis compañeros hubieran tenido jornadas sobre este tema ¿me hubieran tratado mejor?
Llegar hasta aquí no ha sido fácil, ya que a lo largo de mi vida he sido objeto de muchas situaciones de discriminación y abuso por mi condición. Esto ha influido de manera negativa en mi vida, provocando un sufrimiento en mi familia.
Este dolor, me hacía creer que era una carga para mi familia, pero con el tiempo me di cuenta que más bien estaban preocupados por no saber cómo defenderme. Si ahora me ocurriera una situación similar, sería yo misma quien fuera a denunciarlo, pero ¿Sabría cómo enfrentar esta situación? ¿Conseguiría que me comprendieran? ¿La policía, abogados y resto de profesionales sabrían cómo ayudarme en este proceso?
Soy una persona risueña, respetuosa, trabajadora, inteligente, creativa y soy muy responsable cuando trabajo en algo que me importa. He aquí la pregunta: ¿Por qué tengo tan poca experiencia laboral?
Voy a las entrevistas bien arreglada, tengo el currículum bien redactado y practicado lo que voy a decir. Entonces, si uno demuestra que desea trabajar y se compromete a estar a la altura de las expectativas de las organizaciones, ¿por qué no darle una oportunidad?. Sé que tampoco son contratadas muchas personas sin discapacidad; pero creo que en mi caso el certificado de discapacidad, o bien provoca una inseguridad al empresario porque no tiene ni idea de cómo tratarme; o bien el contratante presta más atención a la sílaba “dis” y cree que no soy apta para trabajar. En cualquiera de los casos, ellos se pierden a una empleada del mes.
Me planteé hacer las oposiciones de auxiliar de biblioteca para conseguir un trabajo, pero al ver que tenía que estudiar un tocho de libro durante todo un año y que no me daban ningún tipo de facilidad me desalenté. Me parece injusto que el proceso de las oposiciones no está bien adaptado a mi condición, por eso siempre lo desecho ya que creo que tendré menos oportunidades para acceder a un empleo por esta vía.
En cuanto a lo ocurrido con la actual situación me he sentido estancada, pero he intentado llevarlo con total normalidad siguiendo mis terapias de manera online si ningún problema. Algo que me ha atormentado durante todo este tiempo, ha sido como algunas personas han tratado mal a nuestro colectivo. Pero en Burgos, la policía tuvo una iniciativa muy buena, colgando por las calles carteles pidiendo la colaboración ciudadana ante esto.
Me parece estupendo que nos apoyen en la defensa de nuestros derechos, bravo por ellos. No obstante, pienso que todavía nos queda un largo camino por recorrer.
Soy María, una persona con autismo.